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martes, 21 de enero de 2014

Se busca auditor a la medida, no importa si es reelección

Por Juan Antonio González

Hay servidores públicos que tienen su fama pública por los suelos. Se puede decir que hay funcionarios que cargan tanto descrédito que si éste fuera una losa, no se podrían poner de pie
En San Luis Potosí hay y ha habido servidores públicos que cada mañana antes de salir de casa para ir a la oficina, dejan su moral cuidadosamente doblada en la silla porque la utilizan tan pocas veces que ya ni vale la pena cargar con ella.
Hay servidores públicos ineficientes, simuladores, oportunistas, convenencieros, arrogantes, déspotas, autoritarios, soberbios, narcisistas, y puede que hasta ignorantes redomados de la ley y de las obligaciones y responsabilidades que ésta les confiere.
También, sin duda, los hay eficientes, probos, inteligentes, comprometidos con la sociedad y las instituciones.
De todo hay, pero es indudable que los buenos funcionarios son los menos.
El Congreso del Estado está en pleno proceso para la elección del titular de la Auditoría Superior del Estado, cargo para el cual se registraron trece aspirantes que desean servir a su estado desde esa delicada e importantísima posición.
De los trece inscritos, quien más ha llamado la atención, incluso desde antes del cierre de registros, es el caso del actual auditor superior, Héctor Vicente Mayorga Delgado. Su participación era un secreto a voces.
Siguiendo lo publicado por los medios de comunicación durante las últimas semanas, resaltó el hecho de que analistas, articulistas, columnistas y editorialistas al tocar el tema de la renovación del cargo en la ASE, se mencionara a Mayorga Delgado en términos no necesariamente favorables.
Se percibió una notable coincidencia en cuanto a que el trabajo desarrollado por Mayorga no es ni con mucho el deseado para una institución que se supone, de forma autónoma e independiente tiene la responsabilidad de fiscalizar el ejercicio de los recursos públicos de los tres niveles de gobierno, los ayuntamientos y los organismos públicos autónomos descentralizados.
Pocas voces sino es que ninguna, se alzó para hablar o escribir sobre lo positivo que sería una eventual reelección de Mayorga en el cargo de Auditor, más bien la coincidencia es que lo más saludable es que se vaya.
En los corrillos políticos entre tanto, se mantiene la puja de fuerzas al interior del Congreso del Estado, donde la mayoría priísta seguramente está en espera de lo que le mande el gobernador.
Se especula sobre si Mayorga será reelecto, si eso le conviene al ejecutivo y a los partidos políticos y se debate aun en corto si lo mejor es cambiar, siempre y cuando el cambio sea para seguir con lo mismo, es decir, con la impunidad.
La mala prensa con la que cuenta Mayorga habida cuenta de sus magros resultados y su mala imagen que se le ha construido por los intereses que privan en los medios, colocan las aspiraciones de Mayorga muy cuesta arriba.
De hecho, no existe memoria documental de “peces gordos” que hayan sido sancionados de forma ejemplar por la ASE. Ni peces gordos del pasado ni del presente, no los hay.
Y no los hay porque la Auditoría y por tanto el auditor, han acumulado tantos intereses de corte político que están atados de manos para sancionar a nadie, se han autolimitado en sus tareas de fiscalización y han terminado por aplicar auditorías patito para agradar a quien haya que agradar.
Así por ejemplo, al gobierno de Fernando Toranzo le han realizado observaciones a cuentas públicas por miserables pesos y centavos. Como ha sido reportado por Proyecto Tábano las observaciones al ejecutivo no llegan ni al uno por ciento del total de su ejercicio presupuestal.
Habrá tanta eficiencia y honestidad o será que en cambio hay encubrimiento y simulación a conveniencia.
Como sea, Héctor Vicente Mayorga Delgado quiere ser reelecto, desea seguir en el cargo de auditor. El gobernador en primerísimo lugar tiene la palabra, el no vota, pero por él sus diputados lo hacen.
Los más pesimistas creen que será reelecto porque así le conviene al gobernador y a la clase política local. Quién sabe lo que ocurrirá, pero teniendo un Congreso que no es en forma alguna contrapeso al ejecutivo y que lo que se impone es el interés de los partidos, lo más previsible es que se dejen las cosas como están, o en su caso, que se cambie al auditor para seguir igual.

Cambio de persona, pero no de las reglas del encubrimiento, la opacidad y la impunidad.

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