No a todos les va a gustar lo que escribes
Por Juan Antonio González V.
El pasado quince de diciembre, Victoriano Martínez Guzmán,
columnista y articulista del periódico La Jornada San Luis fue agredido física
y verbalmente por elementos de la Dirección de Seguridad Pública del Estado. Es
probable que el hecho no haya sido una casualidad sino un acto premeditado.
En Periodismo de Investigación se advierte que “no a todos
les va a gustar lo que escribes”, de manera especial si de lo que se escribe se
relaciona a todo aquello que el poder público desea que no se sepa.
Victoriano Martínez escribe una columna que se llama
Tabanero y de igual forma redacta el editorial diario de La Jornada San Luis
bajo el título de Campanario. En ambos casos, tales espacios suelen presentar
información y temas que tocan la delicada piel de quienes ocupan cargos
públicos, empezando por la del gobernador Fernando Toranzo Fernández.
Investigador meticuloso y especialista del tema de la
transparencia, Victoriano ha cultivado un olfato noticioso envidiable. Sabe
donde están las noticias y sabe encontrarlas, eso no le gusta al poder público.
Periodista de larga trayectoria, Victoriano Martínez, ha
explotado exitosamente la rica y enorme veta noticiosa que se esconde en la red
de redes. Ha sido capaz en muchos casos de abrir candados en páginas web para
encontrar información deliberadamente oculta y la ha hecho pública.
Con la curiosidad y entusiasmo que caracterizan al
periodista investigador, escarba en los sitios electrónicos de las entidades
públicas en busca de datos que potencialmente se pueden convertir en noticia.
Durante muchos años fue de esos reporteros que perseguían la
nota por doquier, su espacio eran las calles, las plazas, las oficinas
públicas, pero de algunos años para acá se ha especializado en la búsqueda de
datos al aplicar el precepto constitucional del derecho de acceso a la
información pública, del derecho a saber, del derecho a preguntarle al poder.
El quince de diciembre, Victoriano acudió a la plaza de
armas para ver de cerca lo que ocurriría ese día en que el Congreso del Estado
votaría la Minuta de la Reforma Energética y el espinoso asunto de la tenencia.
Victoriano fue a ver lo que es lo mismo, a reportear el
hecho.
En esas estaba cuando elementos de la policía estatal
cargaron en contra de personas que habían ido a protestar. Eran manifestantes
que se oponían a la reforma Energética y que por ese simple hecho se
convirtieron en potenciales enemigos del Estado.
Con brutalidad, los manifestantes fueron agredidos. Eran
imágenes que un periodista no podía dejar pasar, así es que Victoriano empezó a
tomar fotografías con su teléfono. Eso fue suficiente para que los policías lo
valoraran como un revoltoso con facha de delincuente y pasaron seguidamente a
agredirlo.
Lo empujaron, lo insultaron, los golpearon con las manos y
lo patearon cuando se encontraba indefenso, le destruyeron los lentes y lo
amenazaron. Todo, para intentar infructuosamente quitarle el teléfono con el
que había tomado las imágenes de las agresiones.
Pasada la zacapela, Victoriano presentó su queja formal ante
la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Lo mismo hicieron otros ciudadanos
agredidos por la policía.
Luego, con el dolor en el cuerpo por los golpes recibidos y
con el agravio de que la policía le reprimió por ejercer su oficio de
periodista, se fue a escribir su columna y el editorial de La Jornada San Luis.
Supo entonces que el gobierno de Fernando Toranzo llamó al
periódico, pero no para disculparse por las agresiones, sino a presionar para
que la golpiza a los ciudadanos y las agresiones al periodista no se
magnificaran.
Hace unos días, pregunté por correo a Victoriano cómo iba su
queja ante la CEDH y qué había ocurrido después de las agresiones y me contestó
que nada.
Esta es su respuesta:
“Sobre el incidente, tengo la impresión de que para las
autoridades fue como un estornudo, alguien dijo salud... y quedó olvidado.
Claro, para mí no han terminado sus efectos, pues me ha desbalanceado
económicamente tener que comprar otros lentes y todavía quedan algunos ligeros
malestares en las piernas. La única reacción que conocí de parte de las
autoridades fue a través de Julio, quien mencionó que hubo presiones para que
se minimizara la información sobre la intervención de la policía, de ahí en
fuera, supongo que desde el gobierno habrá quien piense que me lo merecía. Si
la agresión en sí constituye un atentado al ejercicio libre del periodismo, que
después presionen como dice Julio que lo hicieron hace aun más grave el
atentado a la libertad de expresión.
“Sí, ese mismo día una persona de la CEDH estuvo recabando
datos de las personas que fuimos agredidas para integrar un expediente de
quejas. Di mi nombre, dirección, y teléfono y correo electrónico. Tomaron
fotografías de mis lentes destrozados y las leves lesiones de mi mano izquierda
por un sangrado que traía en mi dedo anular. A César, el fotógrafo, le tomaron
foto de la lesión en su labio inferior. Quedaron de llamarnos para hacer una
cita para ampliar la información de la queja, pero es fecha en que no hay
ningún contacto. Supongo que a la CEDH fue a la que le tocó decir salud...”
A esto se le llama impunidad, pero en este caso ésta no es
la principal agravante, pues está el acto ominoso de los diputados que, a los
policías que golpearon a manifestantes y periodistas, les gratificaron con el
pago de sus tres comidas en ese quince de diciembre.
27 mil pesos para los alimentos de los policías golpeadores,
según consta en el cheque 50502 de fecha diecisiete de septiembre publicado en
el apartado de transparencia de la página electrónica del Congreso del Estado.
Así se gobierna en San Luis Potosí, ni como esperar un 2014
próspero y feliz.
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