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domingo, 5 de enero de 2014

No a todos les va a gustar lo que escribes

Por Juan Antonio González V.

El pasado quince de diciembre, Victoriano Martínez Guzmán, columnista y articulista del periódico La Jornada San Luis fue agredido física y verbalmente por elementos de la Dirección de Seguridad Pública del Estado. Es probable que el hecho no haya sido una casualidad sino un acto premeditado.
En Periodismo de Investigación se advierte que “no a todos les va a gustar lo que escribes”, de manera especial si de lo que se escribe se relaciona a todo aquello que el poder público desea que no se sepa.
Victoriano Martínez escribe una columna que se llama Tabanero y de igual forma redacta el editorial diario de La Jornada San Luis bajo el título de Campanario. En ambos casos, tales espacios suelen presentar información y temas que tocan la delicada piel de quienes ocupan cargos públicos, empezando por la del gobernador Fernando Toranzo Fernández.
Investigador meticuloso y especialista del tema de la transparencia, Victoriano ha cultivado un olfato noticioso envidiable. Sabe donde están las noticias y sabe encontrarlas, eso no le gusta al poder público.
Periodista de larga trayectoria, Victoriano Martínez, ha explotado exitosamente la rica y enorme veta noticiosa que se esconde en la red de redes. Ha sido capaz en muchos casos de abrir candados en páginas web para encontrar información deliberadamente oculta y la ha hecho pública.
Con la curiosidad y entusiasmo que caracterizan al periodista investigador, escarba en los sitios electrónicos de las entidades públicas en busca de datos que potencialmente se pueden convertir en noticia.
Durante muchos años fue de esos reporteros que perseguían la nota por doquier, su espacio eran las calles, las plazas, las oficinas públicas, pero de algunos años para acá se ha especializado en la búsqueda de datos al aplicar el precepto constitucional del derecho de acceso a la información pública, del derecho a saber, del derecho a preguntarle al poder.
El quince de diciembre, Victoriano acudió a la plaza de armas para ver de cerca lo que ocurriría ese día en que el Congreso del Estado votaría la Minuta de la Reforma Energética y el espinoso asunto de la tenencia.
Victoriano fue a ver lo que es lo mismo, a reportear el hecho.
En esas estaba cuando elementos de la policía estatal cargaron en contra de personas que habían ido a protestar. Eran manifestantes que se oponían a la reforma Energética y que por ese simple hecho se convirtieron en potenciales enemigos del Estado.
Con brutalidad, los manifestantes fueron agredidos. Eran imágenes que un periodista no podía dejar pasar, así es que Victoriano empezó a tomar fotografías con su teléfono. Eso fue suficiente para que los policías lo valoraran como un revoltoso con facha de delincuente y pasaron seguidamente a agredirlo.
Lo empujaron, lo insultaron, los golpearon con las manos y lo patearon cuando se encontraba indefenso, le destruyeron los lentes y lo amenazaron. Todo, para intentar infructuosamente quitarle el teléfono con el que había tomado las imágenes de las agresiones.
Pasada la zacapela, Victoriano presentó su queja formal ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Lo mismo hicieron otros ciudadanos agredidos por la policía.
Luego, con el dolor en el cuerpo por los golpes recibidos y con el agravio de que la policía le reprimió por ejercer su oficio de periodista, se fue a escribir su columna y el editorial de La Jornada San Luis.
Supo entonces que el gobierno de Fernando Toranzo llamó al periódico, pero no para disculparse por las agresiones, sino a presionar para que la golpiza a los ciudadanos y las agresiones al periodista no se magnificaran.
Hace unos días, pregunté por correo a Victoriano cómo iba su queja ante la CEDH y qué había ocurrido después de las agresiones y me contestó que nada.
Esta es su respuesta:
“Sobre el incidente, tengo la impresión de que para las autoridades fue como un estornudo, alguien dijo salud... y quedó olvidado. Claro, para mí no han terminado sus efectos, pues me ha desbalanceado económicamente tener que comprar otros lentes y todavía quedan algunos ligeros malestares en las piernas. La única reacción que conocí de parte de las autoridades fue a través de Julio, quien mencionó que hubo presiones para que se minimizara la información sobre la intervención de la policía, de ahí en fuera, supongo que desde el gobierno habrá quien piense que me lo merecía. Si la agresión en sí constituye un atentado al ejercicio libre del periodismo, que después presionen como dice Julio que lo hicieron hace aun más grave el atentado a la libertad de expresión.
“Sí, ese mismo día una persona de la CEDH estuvo recabando datos de las personas que fuimos agredidas para integrar un expediente de quejas. Di mi nombre, dirección, y teléfono y correo electrónico. Tomaron fotografías de mis lentes destrozados y las leves lesiones de mi mano izquierda por un sangrado que traía en mi dedo anular. A César, el fotógrafo, le tomaron foto de la lesión en su labio inferior. Quedaron de llamarnos para hacer una cita para ampliar la información de la queja, pero es fecha en que no hay ningún contacto. Supongo que a la CEDH fue a la que le tocó decir salud...”
A esto se le llama impunidad, pero en este caso ésta no es la principal agravante, pues está el acto ominoso de los diputados que, a los policías que golpearon a manifestantes y periodistas, les gratificaron con el pago de sus tres comidas en ese quince de diciembre.
27 mil pesos para los alimentos de los policías golpeadores, según consta en el cheque 50502 de fecha diecisiete de septiembre publicado en el apartado de transparencia de la página electrónica del Congreso del Estado.

Así se gobierna en San Luis Potosí, ni como esperar un 2014 próspero y feliz.

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