Buscar este blog

lunes, 3 de febrero de 2014

¿Y si pintamos en rosa al Palacio Municipal?

Por Juan Antonio González

Podría ser un hecho menor, una nimiedad, quizá podría ser una ocurrencia nacida del ocio o la expresión frívola de algún burócrata con iniciativa. Podría ser un alarde de ignorancia o un desplante desfachatado de alguien absolutamente desenchufado de la realidad. La transformación del Escudo de Armas de la ciudad como emblema institucional del ayuntamiento capitalino podría ser todo, pero menos una buena idea.

Hay que tener dos dedos de frente para entender que el Escudo de Armas es un símbolo de identidad de los capitalinos y que representa el origen de la ciudad. Atentar contra ello, es como mentarle la madre a la ciudad y a sus habitantes.

Ponerse a jugar con ese Símbolo es un despropósito que no encuentra explicación sino a partir de que lo hace un gobierno que al parecer no tiene nada que hacer. El ocio, o sea, la güeva, puede llevar a cometer soberanas estupideces.

La actual administración municipal se ha venido empeñando en demostrar su corta visión acerca de lo que se llama gobernar y lo ha logrado con tal acierto que ya no se ve la hora en que el trienio llegue a su término.

Lo insulso e inútil es su materia, de eso esta formado el gobierno municipal, sino baste recordar que hace unos meses, la Dirección de Parques y Jardines se dio a la tarea de podar árboles para transformar los  verdes ramajes en caritas sonrientes, en un absurdo mensaje de que los ciudadanos viven muy contentos que hasta los árboles se contagian de esa felicidad.

Ideas tan bobaliconas e inútiles, debieron dar vida a la brillantísima idea de destrozar el Escudo de Armas de la Ciudad para dividirla en segmentos verde, gris y rojo. Tres franjas separan al Escudo que tiene la leyenda de que San Luis Potosí se transforma contigo.

Las siglas de San Luis Potosí superpuestas sobre el Escudo de Armas en una expresión cursi de la imagen de un gobierno que poco o nada ha tenido que ofrecer a los ciudadanos.

Habrase pensado en las huestes del edil García que año nuevo imagen nueva y ya está, a seguir manteniendo el ritmo de su corazoncito para el 2015. Hay que dar la impresión de frescura, de audacia, de modernidad.

En efecto, el alcalde debió pensar: no, pues sí, se ve bonito, es atractivo, llama la atención, esto es arte. Así es mi gobierno, transformador, creativo. Adelante, al diablo con el Escudo de Armas.

Como si todo fuera imagen institucional, como si eso fuera suficiente para hacer ver a los capitalinos que se está en manos de un gobierno eficiente, emprendedor y visionario que tiene todo resuelto.

Se equivoca el alcalde: el ciudadano estima a los gobernantes honestos y probos, trabajadores, esforzados y desdeña a los ocurrentes e ignorantes supinos de la historia de la comunidad.

Si se ha atrevido a manosear el Escudo de Armas, poco faltará para que pinte de rosa el palacio municipal.

Pero bueno, eso no es lo peor que puede pasar. La capital del estado es la ciudad más insegura de todo el estado, donde ha habido más ejecuciones, es la ciudad con calles y avenidas más destrozadas, es la ciudad con mayor número de pobres en su zona urbana, es la ciudad más endeudada de la entidad, una ciudad en penumbra con un dentro histórico que, como recién ha dicho Horacio Sánchez Unzueta, está hecho un desastre.

Si en vez de ocuparse de destrozar el Escudo de Armas, el alcalde se ocupara de gobernar y cumplir con sus obligaciones, tal vez la ciudad sería otra y no la que tenemos, tan estancada y tan olvidada como siempre.


Con todo y la parchada imagen del Escudo de Armas, lo único que sigue presente y calando hondo, es la mediocridad del gobierno. La mediocridad de su administración no se puede maquillar por un simple cambio de imagen institucional, como luego de sice por ahí, aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario