Es que somos muy pobres, ahí te dejo 16 millones de pesos para que les pagues a los de la CEGAIP
Por Juan Antonio González
Hay entre los
políticos y servidores públicos ciertos rasgos que los convierten en seres
miserables y mezquinos. Adoran la farsa y tienen en el engaño contumaz una de
sus principales características. Han hecho de la simulación todo un arte del
escapismo respecto de sus responsabilidad y obligaciones legales, para lo cual,
han construido una narrativa de lamentos sustentada en frases trilladas y
huecas.
“Nunca habrá recursos
suficientes para combatir la pobreza”, es por ejemplo uno de los dichos que
durante décadas se ha pretendido propalar como una verdad absoluta.
“Desafortunadamente,
no contamos con recursos públicos suficientes, solo alcanza para la nómina”,
suelen justificar los alcaldes.
“No hay recursos,
recibimos una administración endeudada y sin capacidad de maniobra, no hay para
obra pública”, ha dicho hasta el cansancio el alcalde capitalino.
Y el gobernador
Fernando Toranzo desde el inicio de su gestión en 2009 no ha parado de decir entodas las oportunidades posibles que es un gobierno sin dinero.
Para que funcione bien
una institución pública, de acuerdo con la lógica de las autoridades, debe
haber dinero, mucho dinero en las arcas públicas, solo así funcionan las cosas.
Recuerdo que hace más
de una década, en el gobierno de Vicente Fox, en una visita que tuvo a San Luis
la entonces secretaria de Desarrollo Social, Xóchitl Gálvez confesó que la
pobreza nunca se eliminaría porque el gobierno de la república no tiene
recursos para lograrlo.
Cuando mucho, dijo en
aquel momento, en treinta años se podrá tener una disminución real de la cifra
de pobres, pero siempre y cuando se destine un presupuesto consistente año con
año.
Y así tenemos que el
gobierno no tiene recursos para prácticamente nada sino para satisfacerse así
mismo.
Tal es el caso de
Marcelo de los Santos quien acuñó la frase de que se gastará lo que se tenga
que gastar, siempre y cuando lo que se gastase dejara constancia de que él era
el mejor.
Es así que la cultura
del lamento por la ausencia de recursos materialmente se ha convertido en la
única política pública en curso. No tenemos mejores policías porque no hay para
ofrecerles un mejor salario para que no caigan en la tentación de aliarse con
los delincuentes.
No tenemos
recursos para dotar de servicios básicos
a la totalidad de las escuelas, no tenemos recursos para construir caminos, no
tenemos recursos para incentivar a las
empresas para que se instalen en San Luis. Es que piden demasiado, se quejó el
gobernador ante la huida de las armadoras de vehículos a otros estados.
Total que nunca hay
dinero, solo para lo elemental: para los salarios, para los viáticos, para las
gigantescas prestaciones de la burocracia. Para eso si hay y si no hay, lo
conseguimos.
Valga lo anterior para
situarnos en las desafortunadas declaraciones de Alfonso Serment, quien vive
sus últimos días del presupuesto público de la Comisión Estatal de Garantía de
Acceso a la Información.
Nos tachan de malospor ser pobres, dijo en referencia a las críticas a raíz de evaluaciones que
dejan a la vista la pobrísima actuación de esa institución, catalogada entre
las peores del país.
Bien visto, lo único
que hizo Serment fue repetir lo que el gobernador, el alcalde, los magistrados
y tal han dicho en los últimos años: no tenemos presupuesto.
Para el gobernador
Toranzo tener más de 34 mil millones de pesos es como no tener nada, y para
Mario García contar con más de dos mil millones es también poco menos que nada;
con ese pensamiento tan mezquino, Serment no tiene entonces reparo alguno para
quejarse que más de 16 millones de pesos no alcanzan para nada.
En el San Luis Potosí
del gobierno pobre que más bien parece un pobre gobierno, solo hay lugar para
mentalidades enanas, como la del presidente comisionado de Transparencia, cuya
pobreza se encuentra solamente en su gruesa cachaza de burócrata acostumbrado
no a trabajar, sino a cobrar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario