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martes, 6 de mayo de 2014

Es que somos muy pobres, ahí te dejo 16 millones de pesos para que les pagues a los de la CEGAIP

Por Juan Antonio González

Hay entre los políticos y servidores públicos ciertos rasgos que los convierten en seres miserables y mezquinos. Adoran la farsa y tienen en el engaño contumaz una de sus principales características. Han hecho de la simulación todo un arte del escapismo respecto de sus responsabilidad y obligaciones legales, para lo cual, han construido una narrativa de lamentos sustentada en frases trilladas y huecas.

“Nunca habrá recursos suficientes para combatir la pobreza”, es por ejemplo uno de los dichos que durante décadas se ha pretendido propalar como una verdad absoluta.

“Desafortunadamente, no contamos con recursos públicos suficientes, solo alcanza para la nómina”, suelen justificar los alcaldes.

No hay recursos, recibimos una administración endeudada y sin capacidad de maniobra, no hay para obra pública”, ha dicho hasta el cansancio el alcalde capitalino.

Y el gobernador Fernando Toranzo desde el inicio de su gestión en 2009 no ha parado de decir entodas las oportunidades posibles que es un gobierno sin dinero.

Para que funcione bien una institución pública, de acuerdo con la lógica de las autoridades, debe haber dinero, mucho dinero en las arcas públicas, solo así funcionan las cosas.

Recuerdo que hace más de una década, en el gobierno de Vicente Fox, en una visita que tuvo a San Luis la entonces secretaria de Desarrollo Social, Xóchitl Gálvez confesó que la pobreza nunca se eliminaría porque el gobierno de la república no tiene recursos para lograrlo.

Cuando mucho, dijo en aquel momento, en treinta años se podrá tener una disminución real de la cifra de pobres, pero siempre y cuando se destine un presupuesto consistente año con año.

Y así tenemos que el gobierno no tiene recursos para prácticamente nada sino para satisfacerse así mismo.

Tal es el caso de Marcelo de los Santos quien acuñó la frase de que se gastará lo que se tenga que gastar, siempre y cuando lo que se gastase dejara constancia de que él era el mejor.

Es así que la cultura del lamento por la ausencia de recursos materialmente se ha convertido en la única política pública en curso. No tenemos mejores policías porque no hay para ofrecerles un mejor salario para que no caigan en la tentación de aliarse con los delincuentes.

No tenemos recursos  para dotar de servicios básicos a la totalidad de las escuelas, no tenemos recursos para construir caminos, no tenemos recursos para  incentivar a las empresas para que se instalen en San Luis. Es que piden demasiado, se quejó el gobernador ante la huida de las armadoras de vehículos a otros estados.

Total que nunca hay dinero, solo para lo elemental: para los salarios, para los viáticos, para las gigantescas prestaciones de la burocracia. Para eso si hay y si no hay, lo conseguimos.

Valga lo anterior para situarnos en las desafortunadas declaraciones de Alfonso Serment, quien vive sus últimos días del presupuesto público de la Comisión Estatal de Garantía de Acceso a la Información.

Nos tachan de malospor ser pobres, dijo en referencia a las críticas a raíz de evaluaciones que dejan a la vista la pobrísima actuación de esa institución, catalogada entre las peores del país.

Bien visto, lo único que hizo Serment fue repetir lo que el gobernador, el alcalde, los magistrados y tal han dicho en los últimos años: no tenemos presupuesto.

Para el gobernador Toranzo tener más de 34 mil millones de pesos es como no tener nada, y para Mario García contar con más de dos mil millones es también poco menos que nada; con ese pensamiento tan mezquino, Serment no tiene entonces reparo alguno para quejarse que más de 16 millones de pesos no alcanzan para nada.

En el San Luis Potosí del gobierno pobre que más bien parece un pobre gobierno, solo hay lugar para mentalidades enanas, como la del presidente comisionado de Transparencia, cuya pobreza se encuentra solamente en su gruesa cachaza de burócrata acostumbrado no a trabajar, sino a cobrar.

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